martes, 24 de noviembre de 2020

HONESTIDAD Y RESPETO.


Ser honesto es fundamental para estar en total integridad con nosotros mismos. Pero la mayoría de nosotros no fuimos educados para ser contadores de la verdad, realmente. La falsedad, es una de las caras del miedo. Desde la mentira piadosa, en su nivel más superficial, hasta el engaño más despiadado que busca la gratificación inmediata, nace del miedo.

No tratar de ser prefectos sino ser la mejor versión posible de ti mismo, es superar nuestras debilidades. Vencer al miedo es perseguir el principio moral de la justicia, es decir no a la injusticia.

El perdón, la compasión, la bondad y la honestidad también forman parte de la justicia.

La compasión es una virtud muy noble, así como el amor, la benevolencia, la simpatía y la empatía.

Sin dar amor y permitirte ser amado, es muy difícil ser compasivo con los demás. A su vez, la falta de compasión es como vivir en un lecho de un río seco, desconectado de la fuente como del flujo de la vida. El guerrero comprende el poder de estar conectado con la vida y otros seres, por lo tanto, comprende la importancia de la compasión.

Un dicho español manifiesta, “Lo cortés no quita lo valiente”.

No necesitamos demostrar ninguna fuerza, no tenemos ningún interés el ello. No tenemos ningún motivo para ser crueles, ni si quiera con nuestros enemigos. Nuestra acción ha de ser correcta, esa es la norma en nuestra conducta, aún más en estos tiempos difíciles.

La mayoría piensa que el respeto se aplica a los mayores que nosotros, incluso piensa que el respeto, la cortesía, es solo una señal de debilidad. Vemos, como los padres educan a sus hijos con el erróneo ideal del más fuerte, del más “espabilado”. Para ellos la agresividad es un signo de fortaleza, una buena herramienta de triunfo. Después, se preguntan por qué de tanta violencia en el mundo, de tanto atropello, de tantos asesinatos. ¿Por qué tanta respuesta agresiva?.

El respeto cubre no solo a aquellos que tenemos una cierta edad, sino que cubre todo tipo de vida en este planeta, y no solo el tipo de vida que respalda nuestra existencia, cubre todo aquello que nos rodea por doquier, debemos hacer lo mismo con nuestro entorno.

Dar buenos ejemplos de respeto y educación, en realidad requieren más fuerza que la agresión o el dominio, unos comportamientos primarios que nacen de inseguridad, del miedo y de la frustración.

Un guerrero no tiene nada que demostrar, ni tiene miedo de ser disminuido por otros, no espera ninguna recompensa, porque solo hace lo correcto.


CORAJE Y VALOR.


Vivir sin miedo es sin duda una ilusión. Lo llevamos dentro con nosotros donde quiera que vayamos, jamás abandona nuestro corazón, no del todo. La ausencia de miedo se puede equiparar con la insensatez o las ilusiones basadas en el ego. Nadie puede estar completamente sin miedo porque, en su forma pura, el miedo es una herramienta de supervivencia evolutiva.

Sin embargo, podemos reconocer nuestros miedos, aprender a ponerlos en su propio lugar sin dejar que dirijan nuestras vidas. Esto requiere valor y coraje.

El coraje es obviamente una de las primeras asociaciones que hacemos con los guerreros, tanto en el campo de batalla como en el espíritu. Es el coraje que invocamos en nuestros corazones, cuando miramos a la muerte cara a cara y hacemos ese movimiento importante, esa transformación, a pesar de que todavía tenemos algunos temores e incertidumbre al respecto, que nos permite llevar lejos y hacia adelante nuestra vida, sabiendo que la senda es interminable.

Vivimos con intensidad, con pasión, con fuerza, tal como luchan los guerreros en un campo de batalla. Nuestra muerte está a nuestro lado toda la vida y podemos preguntarle.

Nuestra muerte nos dice: “Considera cada acto como tu última batalla sobre la tierra”.

Nosotros decimos: ”Hoy es un buen día para morir”.

 


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