jueves, 10 de junio de 2021

CONTROL.

 

 

No vivimos aislados como tortugas dentro de un caparazón, nos relacionamos con los demás porque somos seres sociales. En nuestra relación con los demás, no importa cuánto tratemos de rodearnos de personas positivas y amables, siempre habrá quienes te faltarán el respeto, insultarán, reprenderán y abusarán de ti si se lo permitimos.

 

Es posible que, por diversas razones, no podamos evitarlos, pero podemos determinar cómo interactuamos con ellos y cómo les permitimos interactuar con nosotros. A eso se le llama “Tomar el control”.

 

Tomar el control de nuestras vidas significa aprender a establecer límites claros y firmes con las personas que nos relacionamos, en el trabajo y en nuestra vida personal. Es la mejor manera de protegernos de los efectos negativos de este tipo de comportamiento negativo hacia nosotros.

 

Los límites a establecer, no son amenazas ni ultimátums, ni son una forma de castigo. Son límites determinados por ti, que informan y enseñan a quienes te rodean, que no pueden cruzar. Son pautas sobre cómo permitirás que otros te traten y qué tipo de comportamientos esperas de ellos.

 

Los límites personales saludables te ayudan a protegerte del dolor físico o emocional. También es posible que debas establecer límites firmes en el trabajo para asegurarse de que no se le falte el respeto ni a ti, ni a tu tiempo. No permitas que otros se aprovechen de tu amabilidad y generosidad.

 

Son límites claros, que comunican a los demás que exiges respeto y consideración, que estás dispuesto a defenderte y que no serás un felpudo para nadie. No hay excusas ni medias tintas.

Ten claro una cosa, los límites no se establecen con la intención de cambiar a otras personas. Ese no es el objetivo.

 

¿Cómo establecer esos límites y tomar el control de su vida? Hay varias formas de hacerlo, pero antes de que puedas establecer límites con los demás, primero debes comprender cuáles son tus necesidades.

Básicamente, nuestra necesidad parte de tener una correcta consciencia de nosotros mismos bajo tres aspectos: El sufrimiento, el dolor y el temor.

El sufrimiento diario es el más fácil de ignorar y el más difícil de liberar. Nuestra mente también puede acostumbrar al dolor, pero eso no soluciona nada. Darte cuenta de tu estado de ánimo puede ayudarte a apreciar tus emociones, a gestionarlas de forma correcta, gestiona tu sufrimiento, tu dolor y tu temor.

 

Se consciente de que tienes derecho a protegerte de comportamientos inapropiados u ofensivos.

Analiza en qué lugar necesitas establecer mejores límites, con quién y cómo. Informa a los demás de forma clara y directa cuáles son los límites. Es esencial tener una comunicación clara si deseas que los demás te respeten. Explica en un tono honesto y respetuoso lo que encuentres ofensivo o inaceptable, muchas personas simplemente no son conscientes de que se están comportando de manera inapropiada. Es posible que nunca se les haya enseñado los modales adecuados o la consideración por los demás.

 

Se específico, directo, pero no culpes. Adoptar una actitud de culpar o castigar automáticamente pone a la gente a la defensiva. La gente no escuchará cuando se sienta atacada. Es parte de la naturaleza humana.

Puedo poner ejemplos sobre hacerlo, es importante la determinación: "No puedes ... gritarme o alzarme la voz ...", "Necesito ... que me trates con respeto ...", "No es aceptable cuando ... me ridiculizas o insultas ...", "No es aceptable el insulto … cuando usas un lenguaje ofensivo", "Ya no podré ... prestarte dinero ..."

 

La gente no respetará tus límites si no los haces cumplir, se firme en tu decisión y hazlo de forma inmediata cuando detectes una falta de respeto hacia a ti. Es mucho más fácil abordar el comportamiento ofensivo o inapropiado al principio que esperar hasta que ese comportamiento se haya salido completamente de control. Y para finalizar, cuando las personas alteren la forma en que te tratan, reconócelo, hazle saber que notas su cambio y que aprecias sus esfuerzos.

 

 Recuerda que establecer límites es tu derecho. Tienes derecho al respeto. No puedes controlar cómo se comportan otras personas, pero sí tienes control sobre la forma en que permites que las personas te traten.

 


 

 

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