MUSIC AND BRAIN
Ésta es una segunda reflexión sobre el blog
anterior llamado MÚSICA, donde intentaba explicar por qué nos gusta la música.
Ahora intentaré explicar, científicamente hablando, ¿cómo afecta la música a
nuestro cerebro? La música cambia la forma en que percibimos lo que nos rodea.
En primer lugar, repasaremos las distintas
regiones cerebrales en las que mediante la resonancia magnética, los neurólogos
han visto la influencia de la música:
Lóbulo frontal: Se
utiliza para pensar, tomar decisiones y planificar. (En la frente).
El lóbulo frontal es la zona más importante para
ser humano. Tenemos un gran lóbulo frontal en comparación con otros animales.
Al escuchar música, podemos mejorar sus funciones.
Lóbulo temporal: Procesa
el lenguaje y lo que escuchamos. (Entre el ojo y el oído).
Usamos el centro del lenguaje para apreciar la
música, que se extiende a ambos lados del cerebro, aunque el lenguaje y las
palabras se interpretan en el hemisferio izquierdo, mientras que la música y
los sonidos se interpretan en el hemisferio derecho.
Área de Broca: Nos permite producir habla.
(En interior del lóbulo frontal del hemisferio izquierdo).
Usamos esta parte del cerebro para expresar
música. Tocar un instrumento puede mejorar tu capacidad para comunicarte mejor.
Área de Wernicke:
Comprende el lenguaje escrito y hablado. (En la parte inferior del lóbulo
parietal izquierdo).
Usamos esta parte del cerebro para analizar y
disfrutar la música.
Lóbulo occipital:
Procesa lo que vemos. (En la parte del cerebro más cercana a la nuca).
Los músicos profesionales usan la corteza
occipital, que es la corteza visual, cuando escuchan música, mientras que los
laicos, como yo, usan el lóbulo temporal, el centro auditivo y del lenguaje.
Esto sugiere que los músicos pueden visualizar una partitura cuando escuchan
música.
Cerebelo: Coordina el movimiento y
almacena la memoria física. (En la parte superior del tronco encefálico, donde
la médula espinal se une con el cerebro).
Un paciente de Alzheimer, incluso si no reconoce
a su esposa, aún podría tocar el piano si lo aprendió cuando era joven porque
tocar se ha convertido en un recuerdo muscular. Esos recuerdos en el cerebelo
nunca se desvanecen.
Núcleo accumbens.
Busca placer y recompensa y juega un papel importante en la adicción, ya que
libera el neurotransmisor dopamina. (En la zona del cerebro subcortical, en la
parte interior del encéfalo).
La música puede ser una droga, una droga muy
adictiva porque también actúa en la misma parte del cerebro que activan las
drogas. La música aumenta la dopamina en el núcleo accumbens, similar a la
cocaína u otra droga cualquiera.
Amígdala. Procesa y desencadena
emociones. (En el lóbulo temporal de los mamíferos).
La música puede controlar tu miedo, prepararte
para luchar y aumentar el placer. Cuando sientes que los escalofríos recorren
tu columna vertebral, la amígdala se activa.
Hipocampo. Produce y recupera recuerdos,
regula las respuestas emocionales y nos ayuda a navegar (En la zona interna del
lóbulo temporal)
Considerada la unidad central de procesamiento
del cerebro, es una de las primeras regiones del cerebro que se ve afectada por
la enfermedad de Alzheimer, lo que genera confusión y pérdida de memoria. La
música puede aumentar la neurogénesis en el hipocampo, lo que permite la
producción de nuevas neuronas y mejora la memoria.
Hipotálamo: Mantiene el status quo del
cuerpo, vincula los sistemas endocrino y nervioso, produce y libera hormonas y
sustancias químicas esenciales que regulan la sed, el apetito, el sueño, el
estado de ánimo, la frecuencia cardíaca, la temperatura corporal, el
metabolismo, el crecimiento y el deseo sexual, por nombrar solo algunos.
(debajo del tálamo y encima de la glándula pituitaria).
Escuchar música clásica, por ejemplo, la
frecuencia cardíaca y la presión arterial se reducen. Por el contrario, si
escuchas música rock o Heavy metal, la frecuencia cardíaca y la presión
arterial aumentan.
Cuerpo calloso: Permite que los hemisferios
izquierdo y derecho se comuniquen, lo que permite un movimiento corporal
coordinado, así como pensamientos complejos que requieren lógica (lado
izquierdo) e intuición (lado derecho). (En lo profundo del cerebro y que
conecta los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo).
Como músico, quieres tener el lado derecho y el
lado izquierdo del cerebro en coordinación, para que se comuniquen entre sí.
Esto permite a los pianistas, por ejemplo, traducir notas en una hoja a las
teclas que presionan sus dedos para producir música.
Putamen: Procesa el ritmo y regula el
movimiento y la coordinación del cuerpo. (En el centro del cerebro).
La música puede aumentar la dopamina en esta área
y la música aumenta nuestra respuesta al ritmo. Al hacer esto, la música
detiene temporalmente los síntomas de la enfermedad de Parkinson. La música
rítmica, por ejemplo, se ha utilizado para ayudar a los pacientes de Parkinson
a funcionar, como levantarse y bajar e incluso caminar, porque los pacientes de
Parkinson necesitan ayuda para moverse, y la música puede ayudarlos como un
bastón. Desafortunadamente, después de que la música se detiene, la patología
regresa.
De todo esto se desprende la enorme validez y
ayuda que nos ofrece la música como valor terapéutico, la facilitación del
aprendizaje social y el bienestar emocional incluso la recuperación del
movimiento en pacientes con accidente cerebrovascular, enfermedad de Parkinson,
parálisis cerebral y lesión cerebral traumática. La música es un gran valor en
nuestra vida pero, todo tiene un anverso y un reverso.
Como hemos visto. La música tiene la
particularidad de hacer que nuestro cerebro libere dopamina. La liberación de
dopamina puede hacer que las personas se conviertan en adictos ya que siempre
están buscando el placer y tender a llegar a niveles cada vez más altos. La
dopamina no solo dificulta y llega a anular la gratificación aplazada, también
conocida por gratificación retardada o demora de gratificación, sino que como
toda droga, su efecto disminuye con el uso haciendo que nuestra mente demande
cada vez, cantidades más altas del neurotrasmisor. Hay que saber moderar su
consumo.
Por otro lado, la música puede distraernos más de lo que pensamos, por ejemplo, cuando conducimos. Está comprobado que los conductores que escuchaban su propia música cometían más errores y conducían de forma más agresiva. ¡Al loro roqueros!! La bondad de la música tiene sus límites por que también puede hacer aumentar el estrés, la ansiedad, el ritmo cardiaco, la presión arterial, la falta de concentración o darnos una falsa sensación de seguridad.
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